jueves, 11 de junio de 2015

Tópicos para el estudio y análisis de las filosofías de la educación


Quizá resulte extraño a estas alturas hablar de una filosofía de la educación, cuando Octavi Fullat prefiere hablar de las filosofías de la educación, haciendo alusión a la pluralidad de filosofías que abordan el análisis del hecho educativo, no así para Bernard Lonergan, quien contempla la problemática de hablar de una filosofía de la educación, sin embargo utiliza este término para hacer referencias al cúmulo de reflexiones en torno al deber ser de la educación.

 
Ha sido extraño para muchos versados en la filosofía sistemática, sobre todo en filosofía clásica, acuñar la existencia de una filosofía de la educación (1, más aún cuando ésta se ha comenzado a gestar y consolidar a finales del siglo antepasado y principios del pasado, cuando se consideró a la educación no sólo como un derecho, sino también como una obligatoriedad del Estado el proveer, facilitar la educación de la ciudadanía.

 

La transición de la pedagogía a las llamadas ahora ciencias de la educación, hizo necesario el surgimiento de la (s) filosofía (s) de la educación, como la aplicación de las filosofías al análisis del hecho educativo. Si la sociología, la historia, la economía, la Psicología, etc. surgen para analizar y/o estudiar cómo se da de hecho la educación, la filosofía aparece como una disciplina que tiene como intención estudiar, analizar no cómo se da de hecho la educación, sino como debe ser.

 

En el estudio del deber ser de la educación, la filosofía se presenta como el ideal, como el conjunto de utopías que rigen a la prácticaeducativa, utopías que desaparecen cada que se realizan o tienen lugar los ideales de la educación, surgiendo nuevas utopías, a tal grado que el hecho educativo se encuentra siempre en tensión entre lo que es de hecho y lo que debería ser.

 

Dadas las reflexiones anteriores, considero que es necesario presentar algunos tópicos que permitan la intelección del surgimiento y desarrollo de las ideas filosóficas que han guiado y guían a la práctica educativa de muchas de nuestras instituciones que integran el sistema educativo; es más no hay una sistematización de la filosofía de la educación, y al no haberlo induce, sobre todo a quienes carecen de formación filosófica, a un caos intelectual, que terminan negando la utilidad de la filosofía de la educación, como parte integrante del cúmulo de asignaturas que forman a un maestro en educación.

 

Iniciaré proponiendo un esquema básico que sirva de instrumento para analizar los principios que rigen a toda filosofía de la educación, principios que considero son tópicos que permiten, no sólo analizar las filosofías de la educación, sino también hacer filosofía de la educación.

 

Las Filosofías de la educación pueden abordarse desde los aspectos:

 

·         Ontológico: que responde a la pregunta ¿qué es?

·         Antropológico: que responde a la pregunta ¿qué es el hombre?

·         Gnoseológico: que responde a las preguntas: ¿conocemos?, ¿cómo conocemos?

·         Teleológico: responde a la pregunta ¿para qué?

·         Axiológico: responde a la pregunta ¿qué valores deben regir la conducta del ser humano?

·         Estético: responde a la pregunta acerca de la belleza de los seres.

 

El orden de los aspectos enunciados anteriormente, se han establecido según la siguiente lógica. Generalmente, toda filosofía inicia reflexionando en torno al ser para establecer su concepción acerca de la intelección de todo aquello que responde a la pregunta del ser y al responder a la pregunta ¿qué es?, nos damos cuenta que lo común en todo los seres es el ser, pues decimos que los árboles son, de la misma manera que los hombres, las piedras y Dios son. Sin embargo, si bien el ser es común a todos, la naturaleza del ser no lo es. Dios, por ejemplo, existe en sí y por sí, mientras que los árboles, los hombres, las piedras, son sólo por participación del ser del que es en sí y por sí, más aún, el ser de los hombres, se distingue del ser de los árboles y de las piedras, y así podemos seguir profundizando en el ser estableciendo semejanzas y diferencias entre aquellos de quienes se dice que son.

 

Una vez respondida la pregunta por el ser, se reflexiona en torno al ser del hombre, ¿qué es el hombre?, ¿qué lo distingue del resto de los seres?, ¿cuál es su naturaleza? Habrá filosofías que afirmen que el hombre es un animal racional, compuesto de materia y espíritu (concepción clásica helénica). Habrá quienes dirán que el hombre es un homo faber (concepción moderna). Habrá también quienes afirman que el hombre es el lobo del hombre (Hobbes). Habrá quienes digan que el hombre es un hamo absconditus (Scherer).

 

Respondida la pregunta por el ser del hombre, ahora nos damos a la tarea de responder a las preguntas: ¿qué conoce el hombre? y ¿cómo conoce el hombre? Y encontramos varias posiciones, desde quienes dudan de la capacidad del conocimiento (escepticismo) hasta quienes afirman que el hombre es capaz de llegar a la certeza de los conocimientos, pasando por los fideístas, los tradicionalistas, los dogmáticos, los racionalistas, los empiristas.

 

El aspecto teleológico, responde a la pregunta ¿para qué son los seres?, ¿cuál es el fin de los seres? También aquí las respuestas filosóficas se dividen, generalmente en dos posturas fundamentales, atendiendo a los aspectos temporales: las filosofías inmanentes y las filosofías trascendentes. Las filosofías inmanentes consideran que los seres, particularmente el hombre, es temporal, y que su esencia es ser en el tiempo, siendo la temporalidad lo necesario para ser, nada es ni puede ser fuera del tiempo; el hombre fuera del tiempo nada es. Las filosofías de la trascendencia, afirman que el hombre es y puede ser fuera del tiempo, pues según su naturaleza, puede llegar a eternizarse, más aún, la muerte es el paso definitivo de un estado del ser a otro estado de ser.

 

Los valores que rigen la conducta del hombre (aspecto axiológico) son los que permitirán, no solo la convivencia o la pertenencia a un determinado grupo étnico o social, sino también su supervivencia, su ser en y con otros, pues el ser del hombre tiene un carácter de alteridad. Ningún ser humano puede siendo en sí y por sí por analogía y participación de quien es en sí y por sí por autonomasia, ser sólo para sí, pues esto sería la destrucción de la humanidad.

 

Finalmente, la dimensión estética. Quien ha logrado aprehender, develar y entender la naturaleza de los seres, así como su valor, ha logrado también contemplar su belleza, a través de una especie de beatitud ontológica, que permite desear y amar al ser, dejándose seducir por todo aquello que es.

 

Los aspectos mencionados, están presentes en todas las filosofías de la educación, mismas que permiten la formación del hombre, de ahí que la filosofía contemple a la educación como una antropogénesis, según Baltasar Castro.

 

 

 

Jorge Luis Cruz Pérez.

Maestro en Ciencias de la Educación

Doctor en Educación

No hay comentarios:

Publicar un comentario