Estaba entusiasmado por el curso en el
que me había inscrito. Por primera vez el expositor no era uno de mis
compañeros de zona elegido como reproductor de un curso para el que se preparó
dos o tres días como se acostumbra hacer últimamente al inicio de cada ciclo
escolar. No, esta vez teníamos enfrente a una Maestra especialista en el área
de la educación, así que ese simple hecho ya presagiaba un trabajo de calidad.
Nos pidió que leyéramos una hoja que
nos ha dado. La leímos todos en silencio...
Desorden y destrucciones… o la paciencia necesaria
Alexander Sutherland
Nelly
“La lección más dura que tuvimos que
aprender en Summerhill es que los niños no tienen ningún interés por la propiedad
personal. Inocentemente habíamos tapizado sus habitaciones con aglomerado para
conservar mejor el calor. El aglomerado es una especie de cartón grueso y un
niño pequeño solo tiene que mirarlo para tener ganas de empezar a hacer
agujeros en él. El muro de la sala de ping-pong que está cubierta con este
material parece haber sobrevivido a un bombardeo. Los muchachos son más
destructores que las niñas, tal vez porque son menos concientes, pero la
destructividad tiene frecuentemente un sentido. Agujerear el aglomerado es como
meterse los dedos en la nariz, es generalmente inconsciente; pero la
destrucción tiene frecuentemente un móvil de creación. Si un muchacho necesita
un pedazo de metal para el timón de su barco, utilizará un clavo si lo
encuentra, pero si no tomará una de mis costosas herramientas que tenga el
tamaño conveniente. Para el niño no hay diferencias.
Hemos aprendido que los niños tienen
valores completamente diferentes de los adultos.
…Los niños son primitivos y mientras
no demanden cultura, deben vivir en un entorno tan primitivo como sea posible.
Hace nueve años, cuando nos mudamos a nuestra casa actual, sufrimos al ver a
los niños primitivos clavar sus cuchillos sobre las bellas puertas de roble.
Rápidamente compramos dos vagones y con ellos hicimos un bungalow con un techo,
una sala y un baño. Ahí, nuestros primitivos podían clavar sus cuchillos a su
antojo. Sin embargo, hoy los vagones no están en mal estado. Están ocupados por
muchachos que tienen entre doce y dieciocho años y la mayoría ha alcanzado el
estadio en el que hay preocupación por el confort y la decoración. Muchos de
ellos tienen sus compartimientos maravillosamente limpios y ordenados. Otros
viven en el desorden: son, en su mayoría, niños que vienen de colegios privados…
son los más sucios y llevan las vestimentas descuidadas.
El verano pasado teníamos necesidad de
una enfermería y decidimos construir una nosotros mismos. Ninguno de nosotros
había colocado jamás un ladrillo. Empezamos y algunos niños nos ayudaron a
excavar los cimientos y demoler un muro para recuperar los ladrillos, pero nos
pidieron un salario. Nos negamos a darles dinero y finalmente la enfermería fue
construida por el personal y los visitantes.
El trabajo era demasiado estúpido para
los niños y no tenían en él ningún interés. Pero, al principio del trimestre,
cuando sintieron la necesidad de un garage para bicicletas, lo construyeron
ellos mismos sin ninguna ayuda del personal.
Hablo de los niños no como los adultos
pensamos que deberían ser, sino como son realmente. Su sentido real de la
colectividad no se desarrolla antes de los dieciocho años o aún más tarde. Sus
intereses son inmediatos y el futuro no existe para ellos. Son mucho más
inconscientes que nosotros.
Yo sé que la mayor parte del trabajo que
yo hago responde a un doble motivo. Cultivo mi huerto para cosechar papas, pero
sé que podría utilizar mi tiempo de otra manera más conveniente si escribiera
artículos para los periódicos y pagara a un jardinero para sembrar el huerto.
Yo siembro porque la segunda razón es más importante para mí que el dinero de
los periódicos… quiero conservar mi buena salud. Ningún niño sembraría para
conservar la buena salud.
Del mismo modo para cualquier trabajo,
sólo cuenta una cosa: su interés del instante. Razona simplemente así: ¿para
qué sirve una enfermería, para qué me serviría a mí? No estoy enfermo y no
pienso enfermarme. Pero el garage para las bicis es diferente, mi asiento ya no
se mojará.
Muchachos y muchachas que no moverían
un dedo para pulir un enjarre pasarían días enteros para excavar trincheras
profundas para una guerra imaginaria. Es tal vez la razón por la cual tenemos
tantos informes excelentes sobre las actividades de nuestros antiguos alumnos. Ellos agotaron
su vida imaginativa del período egocéntrico y pueden encarar las realidades de
la vida sin ninguna nostalgia inconsciente de los juego de infancia”.
Terminamos de leer y permanecimos en
silencio. La maestra nos pidió que hiciéramos un ejercicio individual de
análisis de la lectura. No hubo más instrucción, solo esa.
Algunos se miraron, otros buscaban
alguna pista en el pizarrón –que estaba vacío--, otros simplemente nos quedaos
con cara de interrogación.
Cada uno con sus propios pensamientos
fue poniendo manos a la obra. Algunos iniciaron una segunda lectura, otros
sacaron sus marcatextos, otros empezaron a garabatear en sus cuadernos; en fin,
cada quien con sus propios métodos.
Pasados unos minutos –suficientes para
darse cuenta de que ya todos habían terminado su trabajo--, la maestra nos ha pedido socializar nuestro
análisis. Caras de incertidumbre y ningún valiente.
Fue la maestra quien le pidió a uno de
los presentes que comentara su análisis.
“Yo… yo subrayé las deas principales,
éstas son…” y nos ha leído lo que ha subrayado. Algunas expresiones de mis
compañeros –incluso mías-- confirmaban
estar de acuerdo con lo resaltado.
Los primeros comentarios fueron
desatando las participaciones de los demás, aquello de decir las ideas
principales pareció dibujar el camino.
Una maestra –ya más animada-- nos compartió su mapa conceptual. Muy preciso
por cierto y muy claro.
Parecíamos ir por buen camino. Una
maestra –tal vez la más emocionada de todos--
centro sus comentarios en las bondades y bellezas del Summerhill en la
educación, de lo que se debería implementar, le puso tanta emoción a sus
comentarios que despertó en más de uno una reacción de aprobación.
“Bien. Ahora que ya han comentado lo
que creen que dice el texto, por favor, den un paso más en la profundidad de su
análisis y contextualicen el contenido… encuentren lo que dice el texto pero
que no está escrito, lo que está debajo de las palabras”
Miradas de desconcierto. Luego, todos
a buscar y hurgar en los párrafos y renglones. La búsqueda no fue muy
fructífera. Aquello que nos pedía encontrar no aparecía por ningún lado.
Finalmente, y ante la infructuosidad
de nuestros intentos, la maestra ha dicho: “maestros, leer no es solo el acto
por el cual desciframos las palabras, tampoco aquel por el que entendemos
solamente las ideas principales de un autor y las repetimos mostrando un nivel
de comprensión básico. Leer es comprender el texto, contextualizarlo,
analizarlo encontrando sus puntos fuertes y débiles, criticándolo”.
“Tal vez les ayude a mirar esta hojita
si toman en cuenta esto que no está escrito en sus párrafos, pero que está a la
base, ahí en sus cimientos, ahí abajo…
…se trata de un texto a cerca de la
condición humana, de la concepción del ser humano, de la evolución natural del
individuo desde una postura evolucionista, naturalista, que sostiene que el ser
humano actúa así por naturaleza y cambia con el tiempo. Esto llevado al campo
de la educación nos lleva a esta conclusión: la educación es innecesaria y las
normas sociales absurdas, todo está centrado en el presente, en el
inmediatismo.
Las caras de sorpresa aparecieron. Las
miradas se cruzaron. Era más de lo que habríamos imaginado.
“Ahora, si observan bien, si se fijan
con cuidado, hay dos contradicciones consistentes en el texto. Si todo esta
centrado en el presente --preeminencia
del presente-- construir implica
planificación, entonces los muchachitos son capaces de un proyecto, ¿no? y
segundo, si el autor trata de resaltar la idea de la indiferencia respecto a la
propiedad privada, por qué entonces los niños pidieron un salario”.
Nos quedamos pasmados. Esta lectura
está mucho más allá de lo que leímos, de lo que entendimos, de lo que
alcanzamos a comprender. ¿Cómo un texto, aparentemente sencillo, me puede
llevar a reflexiones de esta naturaleza? A decir de la maestra, esta es la
verdadera manera de leer, sobre todo si es una lectura con fines de estudio… y
en ese curso tendríamos mucho que estudiar.
Salí al receso con una idea en la
cabeza, no siempre leemos como debemos leer, ¿de veras se leer?
Maestro Roberto
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