martes, 7 de julio de 2015

Las reflexiones del maestro Roberto: de lo que leemos cuando leemos


Estaba entusiasmado por el curso en el que me había inscrito. Por primera vez el expositor no era uno de mis compañeros de zona elegido como reproductor de un curso para el que se preparó dos o tres días como se acostumbra hacer últimamente al inicio de cada ciclo escolar. No, esta vez teníamos enfrente a una Maestra especialista en el área de la educación, así que ese simple hecho ya presagiaba un trabajo de calidad.

Nos pidió que leyéramos una hoja que nos ha dado. La leímos todos en silencio...



Desorden y destrucciones… o la paciencia necesaria
Alexander Sutherland Nelly

“La lección más dura que tuvimos que aprender en Summerhill es que los niños no tienen ningún interés por la propiedad personal. Inocentemente habíamos tapizado sus habitaciones con aglomerado para conservar mejor el calor. El aglomerado es una especie de cartón grueso y un niño pequeño solo tiene que mirarlo para tener ganas de empezar a hacer agujeros en él. El muro de la sala de ping-pong que está cubierta con este material parece haber sobrevivido a un bombardeo. Los muchachos son más destructores que las niñas, tal vez porque son menos concientes, pero la destructividad tiene frecuentemente un sentido. Agujerear el aglomerado es como meterse los dedos en la nariz, es generalmente inconsciente; pero la destrucción tiene frecuentemente un móvil de creación. Si un muchacho necesita un pedazo de metal para el timón de su barco, utilizará un clavo si lo encuentra, pero si no tomará una de mis costosas herramientas que tenga el tamaño conveniente. Para el niño no hay diferencias.
Hemos aprendido que los niños tienen valores completamente diferentes de los adultos.

…Los niños son primitivos y mientras no demanden cultura, deben vivir en un entorno tan primitivo como sea posible. Hace nueve años, cuando nos mudamos a nuestra casa actual, sufrimos al ver a los niños primitivos clavar sus cuchillos sobre las bellas puertas de roble. Rápidamente compramos dos vagones y con ellos hicimos un bungalow con un techo, una sala y un baño. Ahí, nuestros primitivos podían clavar sus cuchillos a su antojo. Sin embargo, hoy los vagones no están en mal estado. Están ocupados por muchachos que tienen entre doce y dieciocho años y la mayoría ha alcanzado el estadio en el que hay preocupación por el confort y la decoración. Muchos de ellos tienen sus compartimientos maravillosamente limpios y ordenados. Otros viven en el desorden: son, en su mayoría, niños que vienen de colegios privados… son los más sucios y llevan las vestimentas descuidadas.

El verano pasado teníamos necesidad de una enfermería y decidimos construir una nosotros mismos. Ninguno de nosotros había colocado jamás un ladrillo. Empezamos y algunos niños nos ayudaron a excavar los cimientos y demoler un muro para recuperar los ladrillos, pero nos pidieron un salario. Nos negamos a darles dinero y finalmente la enfermería fue construida por el personal y los visitantes.

El trabajo era demasiado estúpido para los niños y no tenían en él ningún interés. Pero, al principio del trimestre, cuando sintieron la necesidad de un garage para bicicletas, lo construyeron ellos mismos sin ninguna ayuda del personal.

Hablo de los niños no como los adultos pensamos que deberían ser, sino como son realmente. Su sentido real de la colectividad no se desarrolla antes de los dieciocho años o aún más tarde. Sus intereses son inmediatos y el futuro no existe para ellos. Son mucho más inconscientes que nosotros.

Yo sé que la mayor parte del trabajo que yo hago responde a un doble motivo. Cultivo mi huerto para cosechar papas, pero sé que podría utilizar mi tiempo de otra manera más conveniente si escribiera artículos para los periódicos y pagara a un jardinero para sembrar el huerto. Yo siembro porque la segunda razón es más importante para mí que el dinero de los periódicos… quiero conservar mi buena salud. Ningún niño sembraría para conservar la buena salud.

Del mismo modo para cualquier trabajo, sólo cuenta una cosa: su interés del instante. Razona simplemente así: ¿para qué sirve una enfermería, para qué me serviría a mí? No estoy enfermo y no pienso enfermarme. Pero el garage para las bicis es diferente, mi asiento ya no se mojará.

Muchachos y muchachas que no moverían un dedo para pulir un enjarre pasarían días enteros para excavar trincheras profundas para una guerra imaginaria. Es tal vez la razón por la cual tenemos tantos informes excelentes sobre las actividades  de nuestros antiguos alumnos. Ellos agotaron su vida imaginativa del período egocéntrico y pueden encarar las realidades de la vida sin ninguna nostalgia inconsciente de los juego de infancia”.

Terminamos de leer y permanecimos en silencio. La maestra nos pidió que hiciéramos un ejercicio individual de análisis de la lectura. No hubo más instrucción, solo esa.

Algunos se miraron, otros buscaban alguna pista en el pizarrón –que estaba vacío--, otros simplemente nos quedaos con cara de interrogación.

Cada uno con sus propios pensamientos fue poniendo manos a la obra. Algunos iniciaron una segunda lectura, otros sacaron sus marcatextos, otros empezaron a garabatear en sus cuadernos; en fin, cada quien con sus propios métodos.

Pasados unos minutos –suficientes para darse cuenta de que ya todos habían terminado su trabajo--,  la maestra nos ha pedido socializar nuestro análisis. Caras de incertidumbre y ningún valiente.

Fue la maestra quien le pidió a uno de los presentes que comentara su análisis.

“Yo… yo subrayé las deas principales, éstas son…” y nos ha leído lo que ha subrayado. Algunas expresiones de mis compañeros –incluso mías--  confirmaban estar de acuerdo con lo resaltado.

Los primeros comentarios fueron desatando las participaciones de los demás, aquello de decir las ideas principales pareció dibujar el camino.

Una maestra –ya más animada--  nos compartió su mapa conceptual. Muy preciso por cierto y muy claro.

Parecíamos ir por buen camino. Una maestra –tal vez la más emocionada de todos--  centro sus comentarios en las bondades y bellezas del Summerhill en la educación, de lo que se debería implementar, le puso tanta emoción a sus comentarios que despertó en más de uno una reacción de aprobación.

“Bien. Ahora que ya han comentado lo que creen que dice el texto, por favor, den un paso más en la profundidad de su análisis y contextualicen el contenido… encuentren lo que dice el texto pero que no está escrito, lo que está debajo de las palabras”

Miradas de desconcierto. Luego, todos a buscar y hurgar en los párrafos y renglones. La búsqueda no fue muy fructífera. Aquello que nos pedía encontrar no aparecía por ningún lado.

Finalmente, y ante la infructuosidad de nuestros intentos, la maestra ha dicho: “maestros, leer no es solo el acto por el cual desciframos las palabras, tampoco aquel por el que entendemos solamente las ideas principales de un autor y las repetimos mostrando un nivel de comprensión básico. Leer es comprender el texto, contextualizarlo, analizarlo encontrando sus puntos fuertes y débiles, criticándolo”.

“Tal vez les ayude a mirar esta hojita si toman en cuenta esto que no está escrito en sus párrafos, pero que está a la base, ahí en sus cimientos, ahí abajo…

…se trata de un texto a cerca de la condición humana, de la concepción del ser humano, de la evolución natural del individuo desde una postura evolucionista, naturalista, que sostiene que el ser humano actúa así por naturaleza y cambia con el tiempo. Esto llevado al campo de la educación nos lleva a esta conclusión: la educación es innecesaria y las normas sociales absurdas, todo está centrado en el presente, en el inmediatismo.

Las caras de sorpresa aparecieron. Las miradas se cruzaron. Era más de lo que habríamos imaginado.

“Ahora, si observan bien, si se fijan con cuidado, hay dos contradicciones consistentes en el texto. Si todo esta centrado en el presente  --preeminencia del presente--  construir implica planificación, entonces los muchachitos son capaces de un proyecto, ¿no? y segundo, si el autor trata de resaltar la idea de la indiferencia respecto a la propiedad privada, por qué entonces los niños pidieron un salario”.

Nos quedamos pasmados. Esta lectura está mucho más allá de lo que leímos, de lo que entendimos, de lo que alcanzamos a comprender. ¿Cómo un texto, aparentemente sencillo, me puede llevar a reflexiones de esta naturaleza? A decir de la maestra, esta es la verdadera manera de leer, sobre todo si es una lectura con fines de estudio… y en ese curso tendríamos mucho que estudiar.

Salí al receso con una idea en la cabeza, no siempre leemos como debemos leer, ¿de veras se leer?




Maestro Roberto

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