El tema de la baja calidad en la
escuela ha dado mucho de qué hablar, las evaluaciones en las que hemos
participado no nos han colocado en un buen lugar, los índices de eficiencia
terminal no son tampoco halagadores, los de reprobación y deserción son altos y
suelen estar asociados.
Pero en lo que respecta a la
reprobación hay al menos dos maneras de plantear el problema. Una, la postura
optimista, que ve a la reprobación como la segunda oportunidad de aprendizaje
para el alumno y como una manera de homogeneizar a los grupos en su tránsito
por la escuela; y la otra –mucho menos optimista—, como un obstáculo para que
nuestros niños retarden su tránsito por la escuela o simplemente no concluyan
la educación básica.