Cuando escucho las fuertes críticas
que se hacen a la escuela secundaria no puedo menos que pensar en qué medida
esos comentarios reflejan lo que verdaderamente se vive en ella.
Que su nivel de eficiencia es mucho
muy bajo, que los estudiantes no saben leer, ni escribir, mucho menos realizar las
operaciones matemáticas más básicas; ya ni se diga resolver un problema que se
supone pueden hacer con lo que la escuela les ha enseñado, que es un nivel
marcado por el enciclopedismo, mucho de todo y poco de nada.
Habrá que aceptar que gran parte de lo
que se dice es cierto, que la serie de pruebas en las que el nivel ha
participado no han hecho más que confirmar lo que ya se sabía: la escuela
secundaria tiene graves problemas.
Recientemente ha venido este intento
de reforma, que primero, hace ya varios años, se revistió de una imagen de
integral que luego perdió y quedó solo en reforma curricular: muy atrás quedó
aquella idea de mejorar los procesos y la dinámica interna de las escuelas, la
atención a los docentes y las políticas educativas, el segundo, iniciado hace
apenas pocos años y puesto en marcha recientemente, parece ser solo una reforma
laboral con algunos elementos pedagógicos. Otra vez la oportunidad de hacer una
verdadera reforma, en todos los ámbitos de la educación secundaria, nos ha
pasado de largo.
Y es precisamente ahora que la
pregunta formulada por aquel viejo profesor con más años de docencia que los
míos de edad, me viene dando vueltas: ¿qué se necesita enseñar en la escuela
secundaria?
Pero no es la pregunta sino su
respuesta la que me hace pensar hasta dónde tiene razón. Para este
experimentado maestro de secundaria, la escuela debería solamente consolidar tres
aspectos en la vida de nuestros muchachos adolescentes.
Las habilidades para la comunicación. Que
les permitan ser buenos lectores, escritores y hablantes. Buenos lectores para
que tengan con qué acercarse a los distintos campos del conocimiento de su
interés, cualquiera que sea el que llame su atención. Buenos escritores que
sepan plasmar correctamente en el papel desde el mensaje más simple hasta sus
pensamientos e ideas más complejas. Buenos hablantes que hagan uso correcto del
lenguaje oral en cualquier situación.
Las habilidades matemáticas y para la
solución de problemas. Que seguramente desarrollarán sus habilidades de
pensamiento lógico, su capacidad de realizar abstracciones, de encontrar
soluciones a problemas cotidianos y específicos.
Una formación valoral sólida que les
permita la sana convivencia, el reconocimiento como ciudadanos responsables,
confiables, trabajadores y comprometidos consigo mismos y con su sociedad.
Seguro que con eso, nuestros
adolescentes podrían enfrentar mejor el siguiente nivel educativo y la
posibilidad de una buena formación profesional, y si para ellos es el último
peldaño de su formación escolar, la posibilidad de haberse hecho de
herramientas sólidas para enfrentar la vida y vivir mejor.
Olvidémonos de la física y la química,
esos son conocimientos especializados tan poco significativos que bien podrían
quedar como contenidos del bachillerato y sólo como aprendizajes propedéuticos
para estudios universitarios en el área.
Olvidémonos del inglés como asignatura
en secundaria. Si verdaderamente queremos hacer que aprendan una segunda lengua
y sean usuarios de ella --bajo el argumento que sea: era digital, universalización,
emigración-- entonces incluyamos en el currículo dos horas diarias en donde al
abordaje del inglés --o cualquier otra
lengua-- sea verdaderamente para usarlo
como herramienta comunicativa eficaz y desarrolle eficientemente en los chicos
la comunicación oral y escrita de dicha lengua. Seguro que dos horas diarias durante
tres años podrán hacer bilingües a nuestros alumnos.
Olvidémonos de incluir la tecnología
computacional como parte del currículo, ellos ya nacieron con ella, la manejan
mejor que nosotros y es un lenguaje cotidiano que dominan sin necesidad del
centro escolar.
Como verán, es la respuesta la que me
hace pensar.
¿Acaso Usted, maestro de secundaria,
no se sentiría satisfecho si su alumno fuera capaz de comunicarse
adecuadamente, que fuera un buen lector que puede acercarse a cualquier
material escrito pues finalmente esa habilidad le abrirá más espacios de
información… si su alumno fuera capaz de dominar las operaciones matemáticas
básicas que le permitan acceder a otras más complejas y que ese dominio le
permitiera enfrentar y solucionar problemas sin quedarse paralizado ante ellos,
que su alumno mostrara una sólida formación valoral con la que su convivencia y
vida ciudadana mejorara su entorno social, con la que se hiciera mejor persona?
Seguro que se sentiría más que
satisfecho.
Maestro Roberto
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