Este asunto de las evaluaciones ha
puesto ya de cabeza a la escuela –la institución escolar para ser más
exactos— que si sus resultados son un
desastre, que si somos el último lugar en Español y Matemáticas, que si la
calidad de la educación, que si los alumnos no aprenden y no han desarrollado
en lo mínimo los conocimientos, habilidades y actitudes, que si la mayor
responsabilidad es de los maestros. Todos sabemos que en nuestro sistema
educativo mexicano los resultados que ahora tenemos no son cosa de estos
últimos años y que la responsabilidad en esto está tan diluida que nadie la
asumirá como tal. De que estamos mal, estamos mal, eso es un hecho --aunque muchos se devanen los sesos tratando
de desacreditar los resultados mostrados o se muestren escépticos o hasta le
encuentren razones sociopolíticas, macroeconómicas o demás discursos
izquierdistas— todas esas evaluaciones algo de cierto deben reflejar.
Y si, hemos tenido varias evaluaciones
en los últimos años (PISA, EXANI, ENLACE, SaBE, PLANEA, DIAGNOSTICA entre
otras) y aunque se dice que con el Instituto Nacional de Evaluación Educativa
se generalizará un sistema efectivo de evaluación para el sistema educativo,
les dejo una pregunta ¿qué pasaría si tuviéramos un solo examen anual para los
estudiantes de educación básica?
Concibámoslo así, aunque puede parecer
una fantasía, pues fantaseemos un poco. Imagínese, compañero maestro, un examen
anual único para sus estudiantes –uno para cada grado por supuesto— que
evaluara los logros educativos de sus estudiantes en base a los propósitos y
aprendizajes esperados correspondientes al año que cursan, a los programas, y
por supuesto, que más que invocar a la buena memoria de nuestros estudiantes
estuviera dirigido al conocimiento aplicado. Pero un examen anual único que
pusiera a su alrededor la atención completa de todos los personajes que
intervenimos en la educación de los niños y adolescentes del país.
Imagine una prueba de gran valor y
legitimidad que funcionara como:
- Elemento decisivo para la promoción al siguiente
ciclo escolar en todos los grados de la educación básica, aún para el
ingreso al bachillerato (en el caso del examen a los chicos de tercero de
secundaria). Seguramente que los jóvenes se prepararían mejor para
afrontarlo, conocedores de lo que con él se juegan; los padres harían lo
mismo y apoyarían a sus hijo en su preparación --así en lugar de desvelarse con ellos
haciendo el montón de tarea que a veces les dejamos, lo harían preparando
esta prueba— y verdaderamente que sería una prueba pues al pasarla
estarían asegurando un lugar en el siguiente nivel de estudios. Se
acabaron las colas para ingresar a la mejor escuela pues la calidad ya no
estaría solo de lado de la institución sino también del lado de los
estudiantes, al fin y al cabo, pasar una dura prueba, es la constatación
de que se tiene con qué.
- Un instrumento de evaluación para las escuelas y sus
cuerpos docentes. Si lo que se quiere es producto de calidad, estudiantes
capaces de afrontar el mundo actual con lo que las escuelas les provean,
el punto está entonces en sus alumnos; sus resultados serían los
resultados de sus escuelas y maestros. No tendríamos que escudarnos en las
mil contingencias que se tienen ahora. Maestros, directores, supervisores
y demás administrativos nos concentraríamos en el verdadero sujeto de la
educación, el estudiante. Más aún si de sus resultados dependen los
nuestros, nuestras evaluaciones y sobre todo nuestras promociones. Si, un
instrumento que sirviera para evaluarnos y promovernos. Adiós a las
Carreras Magisteriales --barreras
para muchos en el lenguaje y jerga propia del magisterio— y otros nuevos
programas de promoción y reconocimiento
- Y como habría una dependencia para realizar la
evaluación, ésta estaría en la posibilidad de emitir informes para cada
escuela, para cada grupo, para cada alumno, para cada maestro; para comparar
escuelas y sobre todo para retroalimentar a cada uno de estos actores en
lo que podría mejorar.
- Solo habría que partir de un principio que a veces
queda olvidado. No todas las escuelas son iguales, ni tienen los mismos
recursos humanos y financieros; no todos los estudiantes son iguales, hay
diferencias desde geográficas y culturales hasta socioeconómicas, y eso
tendría que tomarse en cuenta pues de no hacerlo nos estaríamos alejando
de una realidad evidente.
De verdad, ¿qué pasaría si…?
El Maestro Roberto
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