jueves, 8 de octubre de 2015

Las reflexiones del maestro Roberto, ¿Qué pasaría si…?


Este asunto de las evaluaciones ha puesto ya de cabeza a la escuela –la institución escolar para ser más exactos—  que si sus resultados son un desastre, que si somos el último lugar en Español y Matemáticas, que si la calidad de la educación, que si los alumnos no aprenden y no han desarrollado en lo mínimo los conocimientos, habilidades y actitudes, que si la mayor responsabilidad es de los maestros. Todos sabemos que en nuestro sistema educativo mexicano los resultados que ahora tenemos no son cosa de estos últimos años y que la responsabilidad en esto está tan diluida que nadie la asumirá como tal. De que estamos mal, estamos mal, eso es un hecho  --aunque muchos se devanen los sesos tratando de desacreditar los resultados mostrados o se muestren escépticos o hasta le encuentren razones sociopolíticas, macroeconómicas o demás discursos izquierdistas— todas esas evaluaciones algo de cierto deben reflejar.


Y si, hemos tenido varias evaluaciones en los últimos años (PISA, EXANI, ENLACE, SaBE, PLANEA, DIAGNOSTICA entre otras) y aunque se dice que con el Instituto Nacional de Evaluación Educativa se generalizará un sistema efectivo de evaluación para el sistema educativo, les dejo una pregunta ¿qué pasaría si tuviéramos un solo examen anual para los estudiantes de educación básica?

Concibámoslo así, aunque puede parecer una fantasía, pues fantaseemos un poco. Imagínese, compañero maestro, un examen anual único para sus estudiantes –uno para cada grado por supuesto— que evaluara los logros educativos de sus estudiantes en base a los propósitos y aprendizajes esperados correspondientes al año que cursan, a los programas, y por supuesto, que más que invocar a la buena memoria de nuestros estudiantes estuviera dirigido al conocimiento aplicado. Pero un examen anual único que pusiera a su alrededor la atención completa de todos los personajes que intervenimos en la educación de los niños y adolescentes del país.

Imagine una prueba de gran valor y legitimidad que funcionara como:

  • Elemento decisivo para la promoción al siguiente ciclo escolar en todos los grados de la educación básica, aún para el ingreso al bachillerato (en el caso del examen a los chicos de tercero de secundaria). Seguramente que los jóvenes se prepararían mejor para afrontarlo, conocedores de lo que con él se juegan; los padres harían lo mismo y apoyarían a sus hijo en su preparación  --así en lugar de desvelarse con ellos haciendo el montón de tarea que a veces les dejamos, lo harían preparando esta prueba— y verdaderamente que sería una prueba pues al pasarla estarían asegurando un lugar en el siguiente nivel de estudios. Se acabaron las colas para ingresar a la mejor escuela pues la calidad ya no estaría solo de lado de la institución sino también del lado de los estudiantes, al fin y al cabo, pasar una dura prueba, es la constatación de que se tiene con qué.
  • Un instrumento de evaluación para las escuelas y sus cuerpos docentes. Si lo que se quiere es producto de calidad, estudiantes capaces de afrontar el mundo actual con lo que las escuelas les provean, el punto está entonces en sus alumnos; sus resultados serían los resultados de sus escuelas y maestros. No tendríamos que escudarnos en las mil contingencias que se tienen ahora. Maestros, directores, supervisores y demás administrativos nos concentraríamos en el verdadero sujeto de la educación, el estudiante. Más aún si de sus resultados dependen los nuestros, nuestras evaluaciones y sobre todo nuestras promociones. Si, un instrumento que sirviera para evaluarnos y promovernos. Adiós a las Carreras Magisteriales  --barreras para muchos en el lenguaje y jerga propia del magisterio— y otros nuevos programas de promoción y reconocimiento
  • Y como habría una dependencia para realizar la evaluación, ésta estaría en la posibilidad de emitir informes para cada escuela, para cada grupo, para cada alumno, para cada maestro; para comparar escuelas y sobre todo para retroalimentar a cada uno de estos actores en lo que podría mejorar.
  • Solo habría que partir de un principio que a veces queda olvidado. No todas las escuelas son iguales, ni tienen los mismos recursos humanos y financieros; no todos los estudiantes son iguales, hay diferencias desde geográficas y culturales hasta socioeconómicas, y eso tendría que tomarse en cuenta pues de no hacerlo nos estaríamos alejando de una realidad evidente.

De verdad, ¿qué pasaría si…?


El Maestro Roberto


No hay comentarios:

Publicar un comentario