viernes, 18 de septiembre de 2015

Del Archivero: Siglo XIX y manejo de la ideología


El siglo XVIII trajo consigo el inicio de la educación institucionalizada y dirigida por el Estado. Esta al iniciarse presenta diferentes matices, quizá por la falta de preparación y  de no existir un modelo que pudiera hacer funcionar la tarea de preparar un sistema social que atendiera a los ciudadanos en lo educativo, de ahí que en la mayoría de los casos, al iniciarse el siglo XIX aún no existía una estabilidad educativa.

Tres son las constantes que se presentan desde finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX y que se extendieron hasta finales del siglo, estas constantes son la utilización de un método que fuera acorde con las necesidades del país naciente, de estos métodos existieron, el tradicional, el método mutuo, el deletreo, el lancasteriano hasta llegar a la propuesta positivista; otra constante, se encuentran los personajes que tenían en sus manos la posibilidad de educar, esta se disputaba entre la Iglesia, el Estado y los particulares, poco a poco se fueron definiendo algunas líneas que se cargaron hacia el Estado como el protector del precepto de educar, dicha cuestión no es nada simple, esta tuvo que pasar poco a poco para que el estado se consolidase como el que debe educar al pueblo, aunque se da cuenta que no puede cubrir al cien por ciento dicha empresa, acepta que Iglesia y particulares intervengan en su apoyo. Pero la constante más sobresaliente de este proceso histórico educativo es el caso de la ideología.  En este último tópico se centra el desarrollo de este pequeño escrito, la importancia de la ideología en el desarrollo de la labor educativa durante el siglo XIX.


Primero, al principio el siglo XVIII el sistema colonial había imperado y, obviamente, había transmitido una forma de pensar a los súbditos de la Nueva España; después del movimiento de Independencia, se inicia todo el proceso de lograr construir un sistema que apoyara el desarrollo del México independiente por ello se vio la necesidad de proponer que la educación fuera obligatoria para evitar el analfabetismo que existía en nuestro país, entre las clases mas desfavorecidas.

La época colonial había dado muestra de que el pobre no tenía derecho a la educación, después de la Independencia este pensamiento trato de ser erradicado, para ello se proclamaron algunas leyes pues se creía que “la educación, [...], no debía ser de adopción libre por los individuos, ya que era una necesidad social...[1].

La obligatoriedad en México se considera entre los años de 1836 y 1850[2]. Además de erradicar este analfabetismo que no proporcionaba una estabilidad para el florecimiento del nuevo régimen, también se incluyo la ideología como elemento esencial, tras recibir la influencia de la ilustración que tuvo la necesidad de cambiar la imagen de la sociedad que tenían los individuos.

Así los encargados de realizar este proyecto influyeron por sus ideas para lograr la implementación de la nueva forma de pensar. De este modo al terminar el siglo anterior el panorama de la educación en México muestra aspectos divergentes, por un lado se conservaba el cultivo del pensamiento tradicional, especialmente en los que se vinculan con la Iglesia e inclusive los particulares, pero ante esta situación se presenta los nuevos ideales por los pensadores que proponen como única vía para educar la del pensamiento moderno, emanado de ideas ilustradas.

Las nuevas corrientes rompieron con la unidad de los conocimientos humanos en torno a ideas escolásticas, ahora había que transformar el ideal del hombre en la sociedad, por ello el nuevo problema en la educación se centro en la búsqueda de soluciones para los problemas sociales: “el modelo que la enseñanza pública transmite es la del hombre liberal [...] como base primordial de la sociedad al hombre-individuo, y en rechazar los valores de la sociedad antigua[3], dichos problemas eran reconocer el origen de la autoridad, fundamentar la libertad del individuo y de los pueblos.

De este modo, el siglo XIX, en México, se caracteriza por una lucha en el campo del pensamiento y de la acción, que se manifiesta en dos actitudes fundamentales: la de aquello que pretenden conservar las estructuras políticas y sociales que se habían heredado del sistema de vida colonial y la de aquellos que pretendían que la vida individual y social de los mexicanos se rigiera por los principios provenientes de algunos países europeos.

De esto se desprende la idea que Juárez en torno a la uniformidad de la educación: “Uniformización que pasa por la progresiva apropiación de la educación por parte del estado, por su control sobre el contenido de la enseñanza, por la creación de un grupo social, los maestros de escuela, formado por el Estado...[4]

Lo anterior trajo consigo otra lucha, por un lado, los hombres que quieren borrar la tradición y que se agrupan en torno a la ideología que se llamo Liberalismo y de su complementaria el positivismo, las cuales se derivan del pensamiento moderno, y los que quieren conservar lo que existía anteriormente, denominados conservadores.

Estas pugnas, dieron mayor énfasis a implementar la ideología, por ello “un gobierno es hijo de un partido con su programa político y social y puesto que cobró sus títulos en determinados principios que constatan en sus instituciones como programa y pacto con el pueblo, la propaganda de esos principios es su deber para consolidarse y aspirar al progreso[5], este pensamiento encierra la problemática en cuestión la educación esta más impregnada de un pensamiento ideológico que de un pedagógico, durante la etapa que nos concierne, y quizá también hasta nuestros días.

El problema ahora es determinar que manera nos encontramos inmersos en este ambiente ideológico, si somos capaces de descubrir la ideología que utilizamos en nuestra educación, y esto lo expreso como docente, y como transmisor de una ideología, y lo dice Francois: “El maestro de escuela se convierte en el sacerdote de una nueva religión: debe perfilar ante la imaginación de sus discípulos la divina figura de la patria y colocarla con fe inquebrantable en el sagrario de la conciencia infantil, fomentando la religión cívica del patriotismo, que es una agregia y divina religión”[6], esta reflexión del papel del docente trae consigo una conclusión del mismo autor, pues el docente es: “apóstol del Estado para crear al pueblo, aculturados y aculturadores, los maestros estaban situados en lugar estrategico el que estallaban todas las contradicciones entre la sociedad tradicional y el Estado moderno[7]. Por ello la preocupación actual es de qué modo participa el docente en esta ideología, o peor aún una pregunta que debe estar presente en todos aquellos que tengan en sus manos la labor educativa y que encierra mi preocupación  ¿qué tan consciente está el docente de la ideología que transmite en su labor educativa?




Gabriel Osnaya Vargas
Maestro en Ciencias de la Educación y
Maestro en Administración
de Instituciones Educativas






[1] NEWLAND, Carlos, “Educación en Hispanoamérica: desde la independencia hasta la centralización de los sistemas educ. nacionales” en The Hispanic American History Review, Duke, University Press, vol. 71 #2, mayo de 1991. Pag. 338
[2] Idem. P. 338.
[3] GUERRA, Francois-Xavier, México: DEL ANTIGUO REGIMEN A LA REVOLUCIÓN, F.C.E. México, 1988, p. 427-428.
[4] Idem, p. 418.
[5] Idem, p. 429.
[6] Idem, p. 430
[7] Idem, p. 443.

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