Antecedentes
Las consecuencias de la Segunda Guerra
Mundial obligaron a México a modificar su proyecto de desarrollo. Se inició el
periodo de sustitución de importaciones, el crecimiento económico sostenido, la
generación de empleos, migración creciente hacia las ciudades y un alineamiento
con los aliados en contra del eje Roma-Berlín-Tokio. En la política, la
institución presidencial reemplazaba la figura del caudillo y de la
exacerbación de la lucha de clases se pasaba a la reconciliación nacional. La
educación socialista que destacaba el reconocimiento de esa lucha y
reivindicaba a los sectores populares, resulto disfuncional a la nueva
situación. Por la vía de los hechos, más que por reformas a la constitución, la
prescripción socialista dejó de tener vigencia.
Sin embargo la reforma tenía que
hacerse para consolidar el proyecto de la Unidad Nacional que ponía el acento
en la concordia y la armonía sociales por encima de aquel que insistía por la
lucha de clases. Se necesitaba impulsar la idea de que lo fundamental era
identificarse con la nación, ser mexicano debía ser superior a ser obrero o
campesino. La afiliación por clase social –o etnia- pasaba a segundo lugar la
Unidad Nacional reclamaba del concurso de todos bajo un mismo techo. El
ideólogo y promotor de este proyecto, Jaime Torres Bodet, no era político
profesional (aunque después si lo fue) ni un teórico del Estado era un poeta
que llegó ocupar el cargo de Secretario de Educación Pública cuando los
políticos profesionales habían fracasado en el intento por desmantelar la
educación socialista u organizar las tareas de la SEP.
En contraste con los intensos debates
del Congreso Constituyente o de las polémicas de 1933 y 1934. la reforma siguiente
al artículo 3º fue más palaciega que parlamentaria. No obstante logró asentar
un consenso antes y, se puede asegurar sin muchos riesgos, consolido los
cimientos del actual Sistema Educativo Mexicano. Jaime Torres Bodet inspiró el
cambio constitucional por varios motivos. Primero, porque la educación
socialista era una expresión demagógica; segundo, por el dogmatismo que implica
la noción del conocimiento exacto y, tercero, por convicción personal de que la
educación socialista, tal como rezaba el texto del artículo 3º, no se impartía
en ninguna parte de la República. Además, como uno de los más decididos
patrocinadores de la creación de la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación del Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés), Torres
Bodet, en representación de México, había insistido en que la educación debía
inculcar en los niños valores tales como la libertad, la justicia y la
democracia.
De acuerdo con el mismo Torres Bodet,
la reforma, sin embargo, no fue impuesta arbitrariamente por el gobierno. Él
personalmente y también el presidente Ávila Camacho, hicieron consultas con
representantes de fuerzas y sociales y coincidieron en algunas cuestiones
importantes para asegurar un consenso básico a su proyecto. El propio Torres Bodet,
consultó con el ex secretario de Educación Pública, Narciso Bassols, quien
aparentemente fue el redactor final del texto de 1934, quien se opuso a que se
derogara la educación socialista, mas el acento lo puso en mantener a la
Iglesia católica fuera de la educación. La iniciativa respetó ese punto y
redundó en la libertad de las creencias ya establecida en el artículo 24. De
Lombardo Toledano se aceptó la idea de definir a la democracia como un régimen
que persigue el mejoramiento material y cultural del pueblo y que la educación
se debía basar en el progreso científico. Puntos que se asentaron en la
Constitución. De un grupo de dirigentes del Partido de la Revolución Mexicana (PNR), sucesor del PNR, el presidente aceptó la
redacción de la fracción séptima que estableció que toda la educación que
impartiera el Estado sería gratuita. El SNTE, manifestó su acuerdo con la
reforma porque garantizaba la doctrina y el carácter revolucionario de la
escuela mexicana .
El plan de once años
Con pocas variaciones, la política
educativa del Estado hacia las minorías raciales es la misma desde los años
cincuenta. Se induce al cambio de la visión cosmológica de la etnia, mas se
pretende, al menos en las declaraciones, que a partir de la identificación de
los intereses de las propias comunidades; se intenta usar la lengua materna
como medio para la castellanización, pero preservando su existencia y se busca,
con poco éxito, que la mayoría de los maestros a cargo de esas tareas sean de
la misma etnia. En consecuencia, para los indios, más que reproducir
habilidades y destrezas para el trabajo, la educación oficial otorga más
importancia a la formación de la nacionalidad. Esto no obsta para que en la
sociedad persista un racismo fuerte, pero sutil; no franco, pero efectivo.
Torres Bodet, esta vez sin la
participación entusiasta de los intelectuales notables que reunió en la antigua
Comisión Revisora, formó otro grupo para formular el Plan para la Expansión y
Mejoramiento de la Escuela Primaria, el plan de once años.
La comisión recomendó que después de
realizados los censos de 1960 se encomiende a un nuevo comité la tarea de
rectificar los errores en que haya incurrido, y de ir ajustando el programa año
con año a las necesidades que origina cualquier cambio importante en el
crecimiento de la población, o en el decrecimiento de la deserción de los
escolares.
El mencionado plan inició con muy
buena dosis de entusiasmo, se reformó el plan de estudios de 1945 y se inició
la aplicación de otros en 1959, también proponía una reforma cualitativa de la
enseñanza.
En diciembre de 1958, el ejecutivo
envió al Congreso de la Unión una iniciativa para que se constituyese una
comisión para investigar y formular un plan para extender y mejorar la
educación primaria la iniciativa fue aprobada el 30 de diciembre de 1958.
La comisión fue conformada por el
Secretario de Educación Pública, un secretario general nombrado por éste;
representantes del Poder Ejecutivo Federal; delegados de la Secretaría de
Educación Pública, de gobernación y de Hacienda y Crédito Público, asesores del
Banco de México; el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y de la
Secretaría de Industria y Comercio. El 9 de febrero del siguiente año se
instaló la comisión e inicio sus trabajos
El plan lleva como título, como ya se
dijo, Plan para el Mejoramiento y la Expansión de la Educación Primaria en México:
el plan sólo enfoca las posibilidades de resolver el problema del gran número
de niños y de edad escolar primaria que no reciben la primera enseñanza por
falta de aulas de grados escolares de maestros o por cualquier otra razón de
orden escolar, así como de aquella pequeña porción creciente que ahora no
concurre por motivos ajenos al sistema educativo y que irá incorporándose muy
lentamente a la escuela conforme vayan mejorando las condiciones económicas y
sanitarias del país y generalizándose más todavía el interés por la educación.
En resumidas cuentas los objetivos centrales serían la extensión y el
mejoramiento de la educación primaria. El propósito se enfocaba a ampliar la
oferta de la educación primaria y prever el crecimiento de la población para
satisfacer toda la demanda; es decir, que ningún niño menor a los 14 años
quedara sin escuela. El plan perseguía además abatir la deserción, sobre todo
en las áreas rurales. Más no era fácil conseguir los medios para alcanzar tal
fin. Durante la elaboración misma del plan, Torres Bodet enfrentó dificultades
con los funcionarios de las secretarías de Hacienda e Industria y Comercio. Los
primeros trataban de disminuir los presupuestos, los segundos hacían
estimaciones estadísticas muy conservadoras, que no dibujaban la realidad
demográfica.
Para
su realización habría que erogar una suma de nueve millones de pesos. Para
evitar que el desembolso de una cantidad tan considerable desquiciara la
economía nacional, se propuso escalonar el gasto en once años (de donde derivó
la denominación de Plan de once años)
- Se recomendó que para que se desarrollara de
acuerdo con lo previsto,
se fijarían de
manera equitativa las aportaciones económicas de los
estados y municipios, que se exhortara a los particulares
para que incrementarán su contribución en la misma medida que el gobierno
federal.
- Exigía la construcción de miles de aulas y la
rehabilitación de las ya existentes.
- Reforzar el Instituto Federal de Capacitación del
Magisterio.
- La nivelación en todo el país de las percepciones de
los maestros; dotar campos deportivos, teatros, auditorios y bibliotecas a
cuantas escuelas fuese posible.
- Crear departamentos de investigación educativa,
estadística escolar y manejo mecánico de datos.
Resultados
Se construyeron aulas, se crearon
plazas para maestros, se reformaron planes y programas de estudio, se
imprimieron millones de libros de texto
se formaron los maestros que hacían falta, se dictaron las medidas
administrativas pertinentes, y en cada informe de gobierno se daba cuenta con
satisfacción de los avances del plan, se iban alcanzando las metas en un plazo
más corto que el previsto. Se vio que el avance educativo no era uniforme y que
algunos estados eludían en parte su cooperación en el esfuerzo.
Se indica que a pesar del aumento
considerable en la matrícula de las escuelas primarias, resultado del plan,
este sólo había resuelto el problema en un 33 % ya que en 1970 quedaron dos
millones de niños sin escuela, cuando de haberse cumplido cabalmente el plan,
ninguno se hubiera encontrado en esa situación.
El propio Torres Bodet reconoce en sus
memorias que el plan partió de datos que no correspondían a la realidad y no
previó el grado de crecimiento poblacional. Persistieron las diferencias
educativas entre el medio rural y el urbano ya que por cada alumno egresado del
sexto grado en las escuelas rurales, había seis en las urbana s. Pese a no haber logrado del todo su objetivo
fundamental, el plan constituyó un esfuerzo generoso, un gran salto hacia
adelante en el intentos de proporcionar educación primaria a todos los
mexicanos y si no se hubiese realizado, actualmente el problema sería mucho más
agudo.
Se proyectó el aula casa rural
prefabricada, que garantizaba un grado aceptable de calidad; dicha aula iba
provista de un equipo didáctico esencial, que incluía una pequeña biblioteca,
la casa anexa contaba con el equipo y servicio indispensables con el propósito
de que el maestro se arraigara en la
comunidad y no tuviera que recortar el tiempo laborable.
La UNESCO determinó fundar en nuestro
país un Centro Regional de Construcciones Escolares para la América Latina
(CONESCAL) , en vista de los logros alcanzados por México.
Sin embargo el plan de once años, pese
a todas sus bondades fue quedando en el olvido, pues en el siguiente sexenio ya
no atendió debidamente este noble programa, quedando inconclusas sus metas
iniciales; no cabe duda que fue un gran intento por mejorar la educación en
nuestro país. Además, por primera vez, en la historia de la educación en
México, se atendía con propósitos bien definidos, a un sector básico de la
enseñanza: la escuela primaria. Lástima que no arribó a sus metas el Plan de
Once Años.
Bibliografía:
GUEVARA
NIEBLA, Gilberto, La catástrofe silenciosa. Fondo de Cultura Económica, México
1992
MOCTEZUMA
BARRAGAN, Esteban, La educación pública frente a las nuevas realidades. Fondo
de Cultura Económica, México 1994
ORNELAS,
Carlos. El sistema educativo mexicano, La transición de fin de siglo. Fondo
de Cultura Económica, México 1996
Gabriel Osnaya Vargas
Maestro en Ciencias de la Educación
Doctor en Educación
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