En esta participación abordaremos en
breve las posturas de la ética ambiental, iniciando con las definiciones
básicas y plantearemos las propuestas de las diversas tendencias, iniciando por
el antropocentrismo, las éticas zoocéntricas, la biocéntrica y finalmente una
ética para el ecosistema.
La ética es la reflexión sobre las
responsabilidades morales que tiene el ser humano. Originalmente esta rama de
la filosofía se limitaba a los deberes que tenía el hombre para consigo y para
los demás hombres. Por eso para algunos todavía les parece extraño que se hable
de una ética ambiental, como si los animales y las plantas tuvieran derechos y
responsabilidades.
Evidentemente la ética es un quehacer
humano; a un león no se le puede juzgar si mata una cebra; pero a un ser humano
sí se le juzgaría si mata otro ser humano. Entonces, por qué hablar de una
ética ambiental. La razón es sencilla, los seres humanos tenemos la obligación
de reflexionar sobre nuestra responsabilidad para el lugar donde habitamos.
Encontramos casi a diario, por suerte,
noticias referentes al medio ambiente. Parece ser que nadie cuestiona la
necesidad y la importancia de valores para que los seres humanos asuman una
actitud de responsabilidad hacia el mundo que los rodea, y muchos de ellos
claman por una ética “ambiental” o “ecológica”. Baste la diferenciación entre
estos términos para continuar nuestro escrito. Los conceptos de ambiente y
ecología tienen lógicas distintas, a pesar de que a veces sus significados se
traslapan. El ambiente es más que un espacio físico: es una fusión de nuestra
conciencia de su significado con las condiciones climáticas, geológicas,
geográficas y físicas. El ambiente es, en grado significativo, un constructo
cultural y, al mismo tiempo, se halla determinado por imperativos
independientes de las actividades humanas, sean estas intencionales o no. Por
su parte la ecología es una ciencia que estudia las relaciones del organismo
con su ambiente; busca las pautas o principios de organización vigentes dentro
de la complejidad natural. Estas pautas y principios no son normativos: forman
parte de la moral sólo en cuanto se hallan integrados a nuestro conocimiento y
a nuestra interpretación de los datos. La ética “ambiental” comprende varias
posiciones éticas hacia los entes vivos no humanos y hacia entidades colectivas
tales como especies y ecosistemas.[1]
A partir de la Revolución Industrial
la naturaleza dejó de ser ese lugar mágico y místico para convertirse en una
bodega; en México, nuestros maestros de primaria nos acostumbraron a dividir la
naturaleza en dos: recursos renovables y no renovables (influencia de la ola de
positivismo en los planes de estudio).Tratamos a la naturaleza exactamente
igual que a una bodega, de donde podemos extraer “recursos” cuando lo
necesitemos y habrá en algunas bodegas excedentes de material y entonces se
puede explotar libremente (como la selva amazónica o los bosques oaxaqueños). A
partir de este momento, lo que pensaría el ser humano de la naturaleza se vería
transformado radicalmente.
El deterioro ecológico es resultado de
la actividad humana motivada por sistemas de valores que justifican la
destrucción en pos de un prometido desarrollo. La transformación del planeta se
ha alterado más en los últimos 200 años que en el resto de su existencia. Por
es no cabe duda de que la frágil situación ecológica comporta un
cuestionamiento para los sistemas éticos tradicionales.
Por si fuera poco, tenemos poco tiempo
para generar una transformación de fondo al mismo tiempo que nos lleve a la praxis ipso facto; la educación se debe
llevar al mismo tiempo que las actividades en pro del medio ambiente, no
podemos esperar a que las nuevas generaciones sean re-educadas, tenemos que
hacer un esfuerzo por cambiar nuestros valores, por ejemplo los de consumo. La
ética ambiental quiere llenar el vacío que deja el pensamiento mercantilista
colocando en su lugar las nociones de conciencia y de responsabilidad.
Uno de los iniciadores de esta
reflexión ética para el medio ambiente fue Peter Singer.[2] En su ya
clásico libro, Singer hace un esfuerzo por expandir las responsabilidades
morales, si no a toda la naturaleza, por lo menos a todos aquellos animales que
tienen una capacidad: la de sufrir. El sufrimiento no es exclusivo del ser
humano y es distinto al dolor. Por lo menos los animales con sistema nervioso
central son criaturas susceptibles de sufrir. En esta ética restringida a los
animales (ética zoocéntrica), Singer nos alerta de que lo peor que podemos
hacer es infligir dolor y sufrimiento a otro ser vivo. Para ello, Singer se
vale del utilitarismo[3] para
expandir la visión ética tradicional que dice que sólo los animales racionales
(el ser humano) es susceptible de ser considerado moralmente.
Peter Singer y Tom Regan, aunque
tienen diferencias teóricas, confluyen en la defensa de la tesis de que “por lo
menos algunos animales deben ser tomados en cuenta al reexaminar nuestras
obligaciones morales”. Las ideas del filósofo australiano a partir de su libro Liberación animal,[4]
dieron origen al movimiento “liberacionista”, mientras que las ideas del
filósofo norteamericanos Tom Regan originaron el movimiento a favor de los
derechos de los animales.[5]
Aquél que haya hecho una reflexión a
profundidad de la ética zoocéntrica, necesariamente caerá en cuenta que el
movimiento de protección a los animales representa un ensanchamiento de los
estrechos límites de la ética tradicional, pero que de todos modos se queda muy
corto al no prestar atención a la situación de la gran mayoría de los seres
vivientes. Así pues, la visión biocéntrica defiende que en las consideraciones
morales están incluidos todos los seres vivos.
Finalmente cerraremos esta
colaboración citando a Aldo Leopold cuando insiste en que “la ética de la
tierra simplemente extiende los límites de la comunidad para dar cabida a los
suelos, las aguas, las plantas y los animales, o, colectivamente, a la tierra”.
Se está hablando, pues, de especies (o clases), cuencas, ecosistemas y de la
biosfera toda; del sustento de la vida, de la matriz biológica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario