Para
un profesor el uso del lenguaje es una cuestión cardinal ya que no existe
ningún proceso didáctico que no haga referencia al idioma: cuando se planea la
docencia, se transmiten conocimientos y se evalúa el aprendizaje del alumno;
utilizamos como recurso indispensable los procesos idiomáticos y de la adecuada
utilización que se haga, depende el éxito de las tareas.
El
idioma se puede analizar desde dos perspectivas: como objeto de conocimiento y
como medio de enseñanza. Cuando hablamos de enseñanza de idiomas nos referimos
a la didáctica del español, y atañe al profesor de lengua propiamente; de igual
manera se habla de la enseñanza de la literatura, aspecto que se particulariza
en el maestro de literatura. Hasta aquí podríamos concluir que a muchos
docentes no les interesa estudiar el idioma como objeto de aprendizaje y eso
los excluye del manejo apropiado de la lengua. Sin embargo, sabemos que el
lenguaje es el medio de comunicación de la enseñanza, lo que significa que el
docente debe dominar la competencia comunicativa para enseñar con eficiencia:
el idioma es el medio de todos los medios de enseñanza.
En
la enseñanza de la lengua y la literatura se maneja la presencia simultánea del
idioma como objeto de conocimiento y como medio de asimilación, mientras que en
la enseñanza de las demás disciplinas la lengua es, junto con su función
comunicativa, objeto implícito de asimilación y proceso de asimilación
específico de cada asignatura. Por ejemplo, cuando un profesor de biología pide
a sus alumnos que lean un texto sobre un contenido temático de la materia que
imparte, que elaboren una síntesis y la presenten ante sus compañeros de clase,
el estudiante de manera explícita o directa está aprendiendo un contenido curricular,
pero de manera implícita está asimilando un contenido idiomático, al leer,
seguir un proceso para sintetizar y exponer sus conclusiones ante el grupo.
Podemos
decir, entonces, que cuando un alumno lee, procesa información, elabora textos,
sintetiza, escribe, argumenta, describe, debate, etcétera, como proceso de
asimilación en cualquier asignatura, está utilizando procesos idiomáticos. El
maestro de cualquier materia debe hacer consciente la estrecha relación que
existe entre la enseñanza y el idioma y sistematizarla en cada clase.
El
desarrollo de habilidades del lenguaje del maestro condiciona (en buena medida)
el desarrollo de la enseñanza. Un profesor que (además del dominio de su
asignatura) es competente para hablar, escribir, leer y escuchar, garantiza una
enseñanza de calidad.
Enseñar
no solo es transmitir conocimientos, aunque efectivamente es lo esencial,
prioritario, o la primer etapa; a la enseñanza le corresponde, también, el
desarrollo de habilidades de pensamiento, el fomento del trabajo independiente,
el desarrollo de hábitos, actitudes y valores. Esto se logra utilizando un
lenguaje docente adecuado, para presentar contenidos, dirigir el proceso
educativo, estimular y regular la comunicación de sus alumnos.
Para
determinar que es competente, el lenguaje del profesor debe abarcar cuatro
niveles:
Lenguaje especializado. El profesor de
cualquier asignatura debe manejar el lenguaje especializado de la materia que
imparte; este es el núcleo de su lenguaje, y por lo tanto tiene la obligación
de estar capacitado y actualizado; su tarea primordial será transmitirle a los
alumnos los conocimientos de esta área.
Lenguaje didáctico. Es el
segundo nivel del lenguaje docente. El maestro de las diferentes asignaturas
deberá tener una intención pedagógica para darle a sus conocimientos
científicos una estructura y tratamiento didáctico, de acuerdo con el nivel
educativo a quien va dirigida la enseñanza. No es lo mismo, por ejemplo,
impartir una conferencia acerca de las categorías gramaticales para
especialistas en el área, que para alumnos de educación superior o para
estudiantes del nivel primario; aunque es el mismo conocimiento, se le debe dar
un tratamiento diferente para que el público lo pueda asimilar. Este nivel está
determinado por los objetivos y contenidos de la materia establecidos en el
programa de estudios.
Lenguaje estético. Es el
tercer nivel del lenguaje docente. El profesor debe utilizar con sus alumnos un
lenguaje bello, agradable, correcto y sencillo, tanto para hablar como para
escribir.
Lenguaje usual. El último nivel del lenguaje docente es el usual,
familiar o corriente, y también es de suma importancia para lograr la relación
pedagógica social, que permita un mayor acercamiento y una mayor comunicación
entre el profesor y el alumno, para el logro de los objetivos propuestos.
Estos
cuatro niveles constituyen el lenguaje docente, y en este orden quiero
enfatizar que para un profesor lo más importante es el lenguaje científico del
área que domina y la transmisión del mismo será su principal tarea, pero, para
lograrlo, necesita de los otros niveles, sin los cuales tampoco podría cumplir
esta tarea primordial.
El
lenguaje docente es, en cierto sentido, un lenguaje artístico, una síntesis
específica del lenguaje científico, lenguaje didáctico y lenguaje usual. El
lenguaje y tono de voz del educador son expresión de su personalidad, de su
maestría pedagógica; de esto podemos deducir que junto a su función cognitiva y
comunicativa, el lenguaje posee una función estética, no solo en el sentido de
hablar bellamente y sin errores fonéticos, sino que debe ser expresión de la
ciencia y del valor humano.
"La
concentración intelectual y la atención pueden beneficiarse por la ayuda de
instrumentalidades como medios auxiliares, pero solo se logran cabalmente a
través de la comunicación personal y directa del profesor con el alumno...
Cuando el maestro logra la comunicación directa y efectiva, con o sin ayuda de
instrumental, puede determinar que los alumnos desarrollen intereses, propósito
de aprender, esfuerzo de conocimiento y verdadero prurito inquisitivo" (Dr.
Luis Garibay Gutiérrez)
Herminia Ruvalcaba Flores
Maestra normalista y Máster en Educación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario