Cuando pongo a leer a mis alumnos
puedo darme cuenta de las pocas habilidades lectoras que poseen, buena parte de
ellos tiene dificultades en la fluidez, en la correcta pronunciación, en el uso
de pausas y ritmo, confunden letras y se olvidan de los matices propios de cada
tipo de texto.
Qué decir de sus niveles de
comprensión. Si no son capaces de leer con cierta fluidez es seguro que no
tendrán un buen nivel de comprensión de lo que leen; y así lo confirman el
maestro de historia, de geografía, de cívica y ética; el de matemáticas dice
que si no son capaces de descifrar el lenguaje escrito convencional cómo podrán
ser capaces de descifrar el lenguaje matemático, de entender las matemáticas.
El proyecto surgió en la hora del café
en una mañana fría. No es un proyecto nuevo, la idea ya ha estado ahí en las
escuelas, pero su operación no siempre ha sido eficiente. En mi escuela bastó que
dos o tres maestros se animaran a encabezarlo, organizarlo y echarlo a andar.
A pesar de tener una modesta biblioteca
y los libros del programa nacional de lectura, los maestros tenían propósitos
claros: iniciar a los alumnos de toda la escuela en la lectura, empezar a
formarles el hábito de leer, acostumbrarlos a 10 o 15 páginas diarias bajo el supuesto
de que con ello lograríamos despertarles el gusto por leer, los acercaríamos a esta
práctica lejana para los adolescentes, contribuiríamos a acrecentar su
vocabulario personal, en fin, mejoraríamos las habilidades de los alumnos para
afrontar textos y con el tiempo, también la manera en que abordan nuestras materias
en la escuela secundaria. Mis compañeros
se mostraron entusiastas.
Experiencias previas nos habían
enseñado que el logro de un programa tiene mucho que ver con el grado de
compromiso de los maestros, con jalar parejo como decía el maestro Adrián. El
año pasado llevamos a los alumnos a la biblioteca, tres veces por semana, el
alumno elegía la obra y la leía durante una hora de clase, pero los maestros
los dejaban solos, no se tenía un buen control sobre lo que leían, muchos
alumnos pasaban de un libro a otro sin una lectura formal y no había
retroalimentación de lo leído. Unos meses después el programa perdió su fuerza.
Para algunos alumnos esta experiencia
fue buena, mejoraron sus habilidades para la lectura, pero para la gran mayoría
fue más un espacio de esparcimiento y diversión que de trabajo serio.
Así que esta vez tendría que ser un
programa mejor organizado. La maestra Mary se encargó de buscar los títulos de
las obras que leeríamos. Se decidió por obras clásicas de la literatura pues
podrían ser adquiridos a precios bajos en algunas
editoriales y en versiones escolares. Como la
escuela tiene doce grupos, se pidió a dos
grupos el mismo título de la misma editorial.
Así tendríamos seis libros para leer.
Los alumnos trajeron sus
libros y completamos un buen acervo. Hicimos seis paquetes de 45 libros, pues
el número de alumnos de cada grupo varía y no podríamos tener los doce
paquetes, uno para cada grupo.
El maestro Jorge elaboró
el horario, que en realidad es muy sencillo, en una hora de clase leen seis
grupos y en la siguiente los otros seis grupos. Así, en la primera hora lee la
mitad de la escuela y en la siguiente la otra mitad. Cada día se lee a
diferente hora para no afectar a una sola asignatura con su tiempo.
La maestra de español
preparó un material escrito para los maestros con algunas sugerencias de
trabajo:
·
Puedes iniciar la sesión de lectura recapitulando lo que han leído
hasta el momento, esto por medio de preguntas abiertas, preguntas específicas
(autor del libro, título, personajes, situaciones, acciones, el momento preciso
en el que detuvieron su lectura, etc.), el relato oral de algún alumno que
narre lo que han leído o cualquier otra cosa que te ayude a conectar la nueva
lectura con la anterior
·
Es conveniente que sea el docente quien inicie con una lectura en
voz alta, así podrá modelar y mostrar a los alumnos cómo se lee, para eso tendrá
que cuidar el tono y el ritmo propios del texto
·
Luego de modelar la lectura, el docente puede aplicar alguna
estrategia de lectura a desarrollar por el alumno. Se recomienda que antes de
terminar la sesión, el docente vuelva a leer en voz alta
·
De cuando en cuando se pueden intercalar preguntas que anticipen
lo que va a suceder en el texto, otras que hagan pensar en cómo se va
construyendo la trama de la obra, otras a cerca de los sentimientos y
sensaciones que va despertando en los lectores lo leído
Para que los alumnos lean:
·
Se pueden formar equipos de cuatro elementos. Cada alumno va
leyendo en voz alta un párrafo, media página o una página. Se puede hacer igual
pero en parejas, turnándose para leer
·
Puede hacerse una lectura grupal, sobre todo con los más chicos,
para ir modelando en el ritmo y entonación en que se debe leer
·
La lectura en voz alta siempre es un buen recurso y una buena
oportunidad para que los alumnos aprendan a modular su voz. En ella es
conveniente hacer que todos en algún momento participen
·
La lectura individual en silencio es otro recurso que se puede
utilizar.
En tres meses nuestros
alumnos han leído casi dos libros completos y parece que la actividad les ha
gustado; aún estamos lejos de alcanzar los propósitos que nos planteamos y a
ratos tenemos que jalar a los maestros rezagados o que van perdiendo el ritmo de
trabajo –nunca faltan--. La maestra Mony consiguió algunas películas de los
textos leídos y decidió por su cuenta aprovechar lo que el cine ha hecho con
las obras clásicas. Tal vez aún sea muy temprano para ver resultados, pero lo
que sí es seguro, es que nuestros alumnos están leyendo.
Maestro Roberto
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