lunes, 3 de agosto de 2015

Las reflexiones del maestro Roberto: ¿alumnos lectores?


Cuando pongo a leer a mis alumnos puedo darme cuenta de las pocas habilidades lectoras que poseen, buena parte de ellos tiene dificultades en la fluidez, en la correcta pronunciación, en el uso de pausas y ritmo, confunden letras y se olvidan de los matices propios de cada tipo de texto.

 
Qué decir de sus niveles de comprensión. Si no son capaces de leer con cierta fluidez es seguro que no tendrán un buen nivel de comprensión de lo que leen; y así lo confirman el maestro de historia, de geografía, de cívica y ética; el de matemáticas dice que si no son capaces de descifrar el lenguaje escrito convencional cómo podrán ser capaces de descifrar el lenguaje matemático, de entender las matemáticas.

 
El proyecto surgió en la hora del café en una mañana fría. No es un proyecto nuevo, la idea ya ha estado ahí en las escuelas, pero su operación no siempre ha sido eficiente. En mi escuela bastó que dos o tres maestros se animaran a encabezarlo, organizarlo y echarlo a andar.

 

A pesar de tener una modesta biblioteca y los libros del programa nacional de lectura, los maestros tenían propósitos claros: iniciar a los alumnos de toda la escuela en la lectura, empezar a formarles el hábito de leer, acostumbrarlos a 10 o 15 páginas diarias bajo el supuesto de que con ello lograríamos despertarles el gusto por leer, los acercaríamos a esta práctica lejana para los adolescentes, contribuiríamos a acrecentar su vocabulario personal, en fin, mejoraríamos las habilidades de los alumnos para afrontar textos y con el tiempo, también la manera en que abordan nuestras materias en la escuela secundaria.  Mis compañeros se mostraron entusiastas.

 

Experiencias previas nos habían enseñado que el logro de un programa tiene mucho que ver con el grado de compromiso de los maestros, con jalar parejo como decía el maestro Adrián. El año pasado llevamos a los alumnos a la biblioteca, tres veces por semana, el alumno elegía la obra y la leía durante una hora de clase, pero los maestros los dejaban solos, no se tenía un buen control sobre lo que leían, muchos alumnos pasaban de un libro a otro sin una lectura formal y no había retroalimentación de lo leído. Unos meses después el programa perdió su fuerza.

 

Para algunos alumnos esta experiencia fue buena, mejoraron sus habilidades para la lectura, pero para la gran mayoría fue más un espacio de esparcimiento y diversión que de trabajo serio.

 

Así que esta vez tendría que ser un programa mejor organizado. La maestra Mary se encargó de buscar los títulos de las obras que leeríamos. Se decidió por obras clásicas de la literatura pues podrían ser adquiridos a precios bajos en algunas editoriales y en versiones escolares. Como la escuela tiene doce grupos, se pidió a dos grupos el mismo título de la misma editorial. Así tendríamos seis libros para leer.

 

Los alumnos trajeron sus libros y completamos un buen acervo. Hicimos seis paquetes de 45 libros, pues el número de alumnos de cada grupo varía y no podríamos tener los doce paquetes, uno para cada grupo.

 

El maestro Jorge elaboró el horario, que en realidad es muy sencillo, en una hora de clase leen seis grupos y en la siguiente los otros seis grupos. Así, en la primera hora lee la mitad de la escuela y en la siguiente la otra mitad. Cada día se lee a diferente hora para no afectar a una sola asignatura con su tiempo.

 

La maestra de español preparó un material escrito para los maestros con algunas sugerencias de trabajo:

 

·         Puedes iniciar la sesión de lectura recapitulando lo que han leído hasta el momento, esto por medio de preguntas abiertas, preguntas específicas (autor del libro, título, personajes, situaciones, acciones, el momento preciso en el que detuvieron su lectura, etc.), el relato oral de algún alumno que narre lo que han leído o cualquier otra cosa que te ayude a conectar la nueva lectura con la anterior

·         Es conveniente que sea el docente quien inicie con una lectura en voz alta, así podrá modelar y mostrar a los alumnos cómo se lee, para eso tendrá que cuidar el tono y el ritmo propios del texto

·         Luego de modelar la lectura, el docente puede aplicar alguna estrategia de lectura a desarrollar por el alumno. Se recomienda que antes de terminar la sesión, el docente vuelva a leer en voz alta

·         De cuando en cuando se pueden intercalar preguntas que anticipen lo que va a suceder en el texto, otras que hagan pensar en cómo se va construyendo la trama de la obra, otras a cerca de los sentimientos y sensaciones que va despertando en los lectores lo leído

 

Para que los alumnos lean:

 

·         Se pueden formar equipos de cuatro elementos. Cada alumno va leyendo en voz alta un párrafo, media página o una página. Se puede hacer igual pero en parejas, turnándose para leer

·         Puede hacerse una lectura grupal, sobre todo con los más chicos, para ir modelando en el ritmo y entonación en que se debe leer

·         La lectura en voz alta siempre es un buen recurso y una buena oportunidad para que los alumnos aprendan a modular su voz. En ella es conveniente hacer que todos en algún momento participen

·         La lectura individual en silencio es otro recurso que se puede utilizar.

 

En tres meses nuestros alumnos han leído casi dos libros completos y parece que la actividad les ha gustado; aún estamos lejos de alcanzar los propósitos que nos planteamos y a ratos tenemos que jalar a los maestros rezagados o que van perdiendo el ritmo de trabajo –nunca faltan--. La maestra Mony consiguió algunas películas de los textos leídos y decidió por su cuenta aprovechar lo que el cine ha hecho con las obras clásicas. Tal vez aún sea muy temprano para ver resultados, pero lo que sí es seguro, es que nuestros alumnos están leyendo.

 

 

 

 

Maestro Roberto

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